Sobre el municipio
Ayuntamiento |
Localidad próxima a la capital provincial jiennense de dedicación agrícola, sobre todo olivarera, hasta hace poco dominada por la campiña cerealista. La construcción y las industrias de transformados metálicos, aperos agrícolas y maquinaria auxiliar oleícola tienen cierta importancia por el empleo que generan. |





Actividades
¿Qué visitar?
- Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora.
- Molino de harina del primer tercio del siglo XX.
- Ermita del Cerro de la Horca.
- Ayuntamiento
- Vieja Fábrica de Harina
Más información
Conoce más sobre Fuerte del Rey, su gastronomía y sus costumbres en la web oficial del municipio.
Más información
Historia del municipio
De la Prehistoria e Historia Antigua cuenta con uno de los yacimientos arqueológicos mejor estudiados, Las Atalayuelas, del II milenio a. C. Abandonada durante un tiempo, fue poblada nuevamente en el I milenio a. C. hasta la etapa ibérica en la que se construyó una fortaleza. En la etapa romana se produjo una reestructuración urbanística de las Atalayuelas y se transformó su paisaje con el modelo del catastro romano y la aparición de numerosas casas de labor.
Con la invasión islámica siguió siendo refugio defensivo hasta ser abandonado a finales del siglo IV, mientras surgía un nuevo asentamiento en el actual casco urbano, que se consolidó gracias a disponer de un manantial y a su estratégica situación en el camino que comunicaba Andújar con Jaén y Arjona. Entre los siglos XI y XIII se construyó una fortificación para defensa propia y de la ciudad de Jaén.
Ya en manos castellanas se amplió el conjunto defensivo al ser punto fronterizo entre las tierras de realengo y las de la Orden de Calatrava, siendo testigo de las luchas entre partidarios de Enrique IV, capitaneados por Lucas de Iranzo, y los rebeldes dirigidos por el Maestre de la Orden, D. Pedro Girón.
En la Edad Moderna vive un periodo de prosperidad en el S. XVI, alcanzando los 400 habitantes, y de decadencia en el XVII y XVIII, descendiendo su población a casi la mitad.
El núcleo que con el paso del tiempo daría lugar a la actual población de Fuerte del Rey anteriormente, ya desde tiempos del Condestable Lucas de Iranzo, era conocida como Fuente del Rey, pequeña aldea dependiente del enorme alfoz de la ciudad de Jaén, y así se denominará durante toda la Edad Media hasta 1765, cuando pasa a denominarse como hoy en día se conoce. El municipio finalmente lograría su indepencia de la capital jiennense entre los años 1803 y 1805.
El nombre de Fuente del Rey, según distintas versiones, puede deberse a la existencia en el municipio de una importante fuente de agua, propiedad del Concejo de Jaén, que era de realengo y pertenecía al Rey. Otras opiniones versan sobre su origen en la Fuente de Regomello, que aún existe en la actualidad.
Su configuración urbana actual viene de cuando, tras independizarse de Jaén, muchos habitantes de las casas-cortijos dispersas se construyen viviendas en el casco urbano gracias a las facilidades ofrecidas por el Ayuntamiento en la venta de terrenos. Algunas de estas casas no se construyeron lo bien que cabría esperar, siendo arrastradas por una riada que se produjo en la calle del Pilar en 1856.
Su paisaje se caracteriza por configurarse sobre relieve suave de lomas redondeadas sin fuertes pendientes entre las que discurren las aguas de diferentes arroyos como el Saladillo, el de Las Cuarenta o el de la Silla del Conde, principalmente, que drenan al río Guadalquivir. Entre esas lomas destaca la del Cerro de Las Atalayuelas, con 598 m . de altitud., en la parte más meridional del término municipal.
La vegetación de este municipio está claramente influenciada por el uso agrícola de sus tierras, lo que ha dado lugar a que encinares y matorrales originarios fuesen paulativamente reemplazados por olivos, casi en toda su extensión, y por otros cultivo como trigo o cebada. La escasa vegetación de origen natural, por tanto, ha quedado relegada a cunetas de carreteras y caminos, dando color a los bordes de los mismos con amapolas, margaritas, cardos, mostazas, hinojos, alcaparras, malvas, regaliz, etc. Mientras, en los arroyos se pueden encontrar restos de vegetación de ribera con cañas, tarays y álamos.
Este paisaje antropizado ha posibilitado la llegada de aves esteparias que a lo largo del año van dando se paso unas a otras, destacando en el invierno la avutarda, ave de gran tamaño y peso capaz de volar que sobrevive en determinadas áreas de cultivo, o el sisón, más frecuente y fácil de contemplar. Algo parecido ocurre con los aguiluchos, predadores que se turnan durante el año, con el aguilucho cenizo durante la primavera y verano en busca de ratones, lagartijas y grandes insectos, al que con el invierno sustituye el aguilucho pálido. También es común el cernícalo primilla, halcón muy escaso en nuestro continente pero muy frecuente en la campiña. La caza menor es abundante, en especial de la perdiz y la liebre, aunque dichas especies se encuentren sometidas actualmente a una fuerte presión por parte de los cazadores.
Pero por su interés, más histórico que natural, destaca el grupo de mesetas que configuran Las Atalayuelas, con yacimientos arqueológicos muy estudiados, que datan del II milenio a. C. y que han permitido reconstruir la historia más antigua, no sólo de este municipio, sino de la comarca de la Campiña Norte de Jaén, ya que posteriormente fue dando cobijo y defensa a sucesivas culturas hasta llegar a la romana, que demarcó su territorio a base de torres, entre ellas las del Calvete o el Espino, y reestructuró su urbanismo en la etapa romana del alto imperio llegando a ser reconocida como ciudad con Vespasiano.