Patrimonio Natural – SM

Parque Natural Sierra de Andújar

Fecha de declaración: Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección (BOJA núm. 60, de 27/07/1989).

Otras figuras de protección: Coto Nacional de Caza de Lugar Nuevo (1973) y el Coto Nacional de Caza de Selladores y Contadero (1973). Zona de Especial Protección para las Aves – ZEPA (2003).

Normativa específica: Decreto 354/2003, de 16 de diciembre, por el que se aprueban el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Sierra de Andújar (BOJA núm. 24, de 5/02/2004).

 

El Parque Natural Sierra de Andújar, con una extensión de 74.774 Has., se encuentra situado en el extremo noroeste de la provincia de Jaén, limitando al oeste con el cordobés Parque Natural Sierra de Cardeña y Montoro y al norte con la provincia de Ciudad Real, enclavado en Sierra Morena, extendiéndose por los términos municipales de Andújar, Baños de la Encina, Marmolejo y Villanueva de la Reina.

La geología del Parque se caracteriza por una variedad de materiales, que se repite a largo de todo él: la mitad norte está dominada por pizarras, cuarcitas y calizas o pizarras y areniscas; mientras que la mitad sur está prácticamente dominada por rocas graníticas pertenecientes al afloramiento del Batolito de Los Pedroches.

Los contrastes de relieve que ofrece el Parque Natural Sierra de Andújar, la riqueza de su variada fauna y la amplitud de formaciones vegetales hacen de este espacio protegido uno de los lugares más bellos y admirables de la geografía andaluza. No en vano, posee las manchas de vegetación típicamente mediterránea más extensas de toda Sierra Morena, dando cabida a especies con alto grado de amenaza que en estos parajes han encontrado uno de sus últimos reductos, como son el lince ibérico, con la mayor población de España, el lobo, en el pasado habitante común de esta serranía, el águila imperial, el buitre negro, la cigüeña negra o el meloncillo, debido a su excelente estado de conservación y a la nula existencia de núcleos de población. Se trata de especies catalogadas como «en peligro de extinción» y que en la actualidad presentan unas poblaciones muy reducidas no sólo a nivel nacional sino también mundial.

Además de algunos de los ya citados, entre los mamíferos destaca la presencia de la nutria, la garduña, la gineta y el gato montés.

 De las especies cinegéticas destacan el jabalí y el ciervo, tan abundantes que es frecuente verlos cruzar carreteras. Igualmente conviven en esta sierra el muflón, el gamo, la liebre y el conejo y una pequeña población de corzos y cabras montés.

En sus paisajes conviven los espacios adehesados y abiertos, con barrancos y laderas umbrías, con las magníficas formaciones vegetales de bosque mediterráneo compuestas por encinas, quejigos, alcornocales y robledales, sin olvidar las manchas de vegetación de pino piñonero fruto de las repoblaciones que se hicieron en los años 40-50.

El estrato arbustivo o matorral se encuentra formado básicamente por coscojas, lentiscos, jaras, enebros y jazmines silvestres, entremezclados con cornicabras, madroños y olivillas, y plantas aromáticas como el romero, mejorana, cantueso y tomillo, que prestan su color y su olor a estos parajes para hacerlos, si cabe, aún más atractivos.

Oasis de paz en el corazón de la Sierra Morena jiennense, posee unos relieves ondulados en el centro del territorio, paisajes abruptos en el curso de algunos ríos y arroyos, y relieves quebrados en toda la franja norte. En esta zona montañosa de Sierra Quintana, se encuentra el Pico Burcio del Pino con la máxima cota, con 1.290 m. sobre el nivel del mar.

Desde el punto de vista hidrológico, este espacio natural está condicionado por la geología de la zona y están presentes los ríos Jándula, Yeguas, Pinto, Valmayor, Sardinillas y Cabrera, pertenecientes todos a la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir. De todos estos cursos de agua que surcan el interior del Parque Natural, el río Jándula es el más importante y en él se encuentran unas atractivas áreas recreativas, siendo posible practicar en ellos además la pesca y algunas actividades acuáticas. La vegetación de ribera es rica tanto en estos y otros cursos de agua presentes en su territorio, y está compuesta por fresnos, alisos, sargas, adelfas, almeces, tamujos, acebuches, zarzaparrillas y mirtos que forman importantes bosques galería que sirven de refugio a multitud de especies de fauna.

                En general, destacan las aves, de las que se han contabilizado hasta 178 especies, algunas catalogadas como el águila imperial, el buitre negro y el águila real. Las cumbres solitarias de rocas inaccesibles son el lugar de nidificación preferido para el águila real. Es posible distinguir los peculiares y grandiosos vuelos de las águilas perdicera e imperial, esta última única en la península ibérica y que tiene en esta zona uno de sus últimos refugios. También son abundantes el águila culebrera y el azor.

De las rapaces nocturnas son importantes por su abundancia el búho real, el mochuelo o la lechuza. En los embalses es posible ver aves acuáticas como el porrón común, el ánade friso o real, la cerceta, la garza real, el zampullín chico, cormoranes que emigran en épocas frías, cigüeñas negras, así como una gran comunidad de pájaros típicos de la zona mediterránea.

La actividad cinegética sobre especies como el ciervo, la más abundante de estos parajes, el gamo, el jabalí o el muflón, es el principal aprovechamiento de estos parajes. La explotación del recurso cinegético ha repercutido positivamente en la conservación de otras especies y ecosistemas. Su aprovechamiento se constituye como uno de los recursos más importantes de la provincia a la vez que uno de sus grandes atractivos, habiéndose creado en función de esta actividad gran parte de los cotos de la zona.

Ya el rey Alfonso XI, por la primera mitad del siglo XIV, en su libro de la Montería hace referencia a la caza mayor de la Sierra, en torno al Santuario de la Virgen de la Cabeza y al Valle del Jándula, destacando la caza del jabalí, el ciervo y el ya desaparecido oso. Cazadores de todo el mundo y de todos los rincones de la Península acuden a su cita anual con estos parajes: Contadero-Selladores, Los Escoriales, El Lugar Nuevo, etc. Cotos de caza mayor y menor, pistas forestales, caminos y veredas, cascadas, ríos, torrentes y embalses, jalonan las rutas a través de estos paraísos naturales.

Este Parque es conocido, además de por sus valores naturales, por albergar el Santuario de la Virgen de la Cabeza, patrona de monteros y cazadores, en el Cerro del Cabezo; desde el mismo puede observarse una impresionante vista de la Sierra. La Romería, que se celebra durante el último fin de semana de abril, congrega a miles de personas procedentes de toda España.

Para los amantes de la fotografía ecológica, estos parajes son ideales para conocer las diversas especies que tienen su hábitat natural en este Parque. Para la ejecución de esta actividad se recomienda la contratación de guías especializados, ya que se realiza en lugares exclusivos y restringidos. Si nuestro interés se inclina por conocer el área natural de la Sierra, nos veremos sorprendidos por unos paisajes tranquilos, aún hoy poco conocidos, de gran belleza y armonía como lo es el típico paisaje del ecosistema mediterráneo, que ofrecen un tapiz vegetal muy rico, siendo las grandes superficies de terreno, donde los prados con arbolado muy abierto o dehesas, ofrecen un marco incomparable a las numerosas y renombradas ganaderías de reses bravas. Igualmente los aficionados a los deportes de aire libre, senderismo, mountain-bike, escalada, etc., encuentran aquí un lugar idóneo para su práctica.

La actividad de la caza se puede compaginar, en los embalses de La Lancha, el Encinarejo, el Rumblar y el Yeguas, con la práctica de la actividad de la pesca o con los deportes acuáticos. Una de las formas de disfrutar en este espacio natural es la práctica de deportes acuáticos de bajo impacto medioambiental como las piraguas, canoas, kayak o pedalonas.

Otras posibilidades de conocer y disfrutar de este cautivador espacio natural protegido son las rutas a caballo, escalada, visitas a ganaderías, campamentos de educación ambiental… Cualquier época del año es factible para practicar estas modalidades, entre las que destaca la del senderismo, para lo cual existe una gama diversa de senderos, desde fáciles y cortos caminos que pueden realizar personas sin experiencia ni preparación, incluso niños pequeños, hasta grandes circuitos para los que se requiere preparación física adecuada. No obstante, la primavera y el otoño resultan ser las épocas donde de una forma aun más peculiar se vislumbra la riqueza del Parque Natural Sierra de Andújar, por la eclosión floral en la primera, y por el espectáculo que ofrecen los ciervos en celo, en la segunda, durante la época de la Berrea.

 

Fecha de declaración: Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección (BOJA núm. 60, de 27/07/1989).

Otras figuras de protección: Zona de Especial Protección para las Aves – ZEPA (2003).

Normativa específica: Decreto 56/2004, de 17 de febrero, por el que se aprueban el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Despeñaperros (BOJA núm. 78, de 22/04/2004).

 

El Parque Natural Despeñaperros, con una extensión de 7.717 Has., está situado al norte de la provincia de Jaén en Sierra Morena, constituido a lo largo de la Historia como paso natural de comunicación entre la meseta castellana y Andalucía, circunstancia ésta que fue aprovechada para construir a través del mismo la carretera N-IV, actual Autovía de Andalucía, y la línea de ferrocarril Manzanares-Córdoba.

Es uno de los parques naturales andaluces menos extensos a pesar de lo cual presenta una riqueza faunística, botánica y paisajística excepcional. Sobre su territorio sólo hay un municipio inmerso, Santa Elena, pero su área de influencia socioeconómica se extiende a los municipios de Aldeaquemada y La Carolina, debido a la histórica vinculación de la población de éstos al aprovechamiento del territorio del Parque Natural.

Al ser el primer espacio natural protegido con el que el viajero que entra en Andalucía se encuentra, supone la tarjeta de presentación de la Red Andaluza de Espacios Naturales Protegidos, en lo que representa para los andaluces la resolución del binomio conservación-desarrollo.

 Se trata de un desfiladero que se formó como consecuencia de la erosión producida por las aguas del río Despeñaperros sobre los materiales de Sierra Morena. Esta erosión, junto a la acción de los elementos atmosféricos, dio lugar a unas impresionantes formaciones rocosas que bordean el río, constituyendo un paisaje de enorme belleza en el que, a la estrechez del desfiladero, se une la existencia de estratos rocosos casi verticales, como ocurre en el enclave conocido por Los Órganos y paredones de gran altura, como El Salto del Fraile, Las Correderas… Estas tierras reciben importantes precipitaciones y aportes de lluvia, lo que unido a las características de sus rocas ha permitido la aparición de sus características formas y de manchas de vegetación espectaculares.

Encauzado en el desfiladero el río Despeñaperros discurre transversalmente al macizo mariánico y desemboca en el río Guarrizas. Existen además otros ríos y arroyos, también pertenecientes a la cuenca hidrográfica del Guadalquivir, donde aparecen bosques galerías formados por los típicos alisos, fresnos y sauces.

Su alto valor paisajístico se debe, en gran medida, a su orografía, siendo la verticalidad de las paredes cubiertas de líquenes, que constituyen el desfiladero y las formas adquiridas por algunas de ellas, lo más relevante. Presenta una geomorfología de lomas no muy altas separadas por barrancos poco profundos pero abruptos, en los que afloran farallones cuarcíticos así como interesantes comunidades de vegetación que prestan sus colores al paisaje dándole tonalidades verdes, marrones, rojas y amarillas. Esta variante orografía hace que en él se conjuguen tanto vegetación típica mediterránea, como vegetación de ribera entorno a los ríos que la recorren.

Esto es consecuencia de las especiales condiciones de clima, suelo, altitud y, sobre todo, acción humana, que ha hecho que a las formaciones autóctonas de encinares, alcornocales o robledales se unan repoblaciones de coníferas, que en los márgenes de la Autovía de Andalucía constituyen un verdadero jardín botánico. Buenas representaciones de la vegetación propia de estas sierras las encontramos en el Barranco de Navavaca, donde existe una pequeña masa de robledal relíctico, o en las caras de orientación norte del Barranco de Valdeazores y del monte Collado de los Jardines, donde existe una representación única de bosque mediterráneo húmedo en el que se mezclan quejigos, alcornoques, robles, acebos, etc.

La vegetación del Parque está perfectamente adaptada a las condiciones climáticas de sequía estival. Encinas, alcornoques, y también quejigos y robles melojos en las umbrías frescas y húmedas como la del Collado de la Estrella, son las especies arbóreas más representativas, aunque también hay pinos piñoneros, carrascos y negrales que proceden de repoblaciones. El matorral se compone de madroños, brezos, jaras, mirtos, coscojas… Existen además alrededor de 30 especies cuya distribución en todo el mundo no sobrepasa los límites del Parque.

El carácter particular del suelo y la existencia de un clima más continentalizado que en el resto de Sierra Morena hace que la flora de Despeñaperros presente un carácter particular que se traduce en la presencia de un buen número de plantas endémicas entre las que destacan la Centaurea citricolor y el Dianthus crassipens.

La principal actividad de este entorno reside en el aprovechamiento ganadero y forestal. La caza es también una práctica muy común, extendida por gran parte de Sierra Morena, y que influye en la gastronomía local.

En estos ecosistemas se encuentra una amplia representación faunística, destacando entre los vertebrados mamíferos como el lobo (este espacio natural se encuentra dentro de la única zona lobera de Andalucía), el lince ibérico, el gato montés, la nutria, el meloncillo o el zorro, amén del ciervo y el jabalí, especies cinegéticas por excelencia.

Numerosas especies de aves habitan este espacio natural, con rapaces como el águila imperial (la reina de las águilas ibéricas), águilas real y perdicera, buitre leonado, azor o búho real, hasta los pequeños verdecillos, roqueros y collalbas, así como un sinfín de pájaros que pueden verse y escucharse con sólo adentrarse un poco en el monte y permanecer en silencio, pueblan estos parajes; entre los invertebrados destaca el cangrejo de río europeo que encuentra aquí uno de sus últimos reductos.

En estas sierras la práctica de la caza mayor se realiza de manera casi ritual, que le ha hecho merecedora de una merecida fama a sus monterías, centrándose el arraigo de la actividad tanto en Santa Elena como en La Carolina.

El Collado de la Estrella o el de los Jardines son miradores excepcionales desde los que puede obtenerse una inmejorable vista de casi todo el Parque.

En cuanto a las actividades que pueden realizarse, la más recomendable es el senderismo, existiendo multitud de caminos que permiten acceder a los lugares más interesantes del Parque, si bien un itinerario que merece ser realizado es el del Camino Real, que, comenzando cerca de Miranda del Rey y finalizando en la Aldea de Magaña, atraviesa el Parque de sur a norte y recorre algunas de las formaciones vegetales más representativas permitiendo a la vez conocer algunos de los restos más importantes. Especial mención merece, por el espectáculo que ofrecen los ciervos en celo durante el otoño, la época de la Berrea.

La presencia del hombre en este entorno es muy antigua. En el Santuario ibérico de la Cueva de los Muñecos, en el monte Collado de los Jardines, se han encontrado numerosos restos que datan del Neolítico. También interesantes son las pinturas rupestres en las Cuevas de las Vacas del Retamoso. En la zona norte del Parque, en el paraje conocido como Aldea Magaña, existe un caserío del siglo XVIII de la época de las repoblaciones llevadas a cabo en este territorio durante el reinado de Carlos III. En las proximidades de Despeñaperros y a lo largo de la historia se han librado batallas decisivas como la de Las Navas de Tolosa en 1212.

Fecha de declaración: Decreto 226/2001, de 2 de octubre, por el que se declaran determinados Monumentos Naturales de Andalucía (BOJA núm. 135, de 22/11/2001).

El Parque Natural de Despeñaperros está situado en Sierra Morena separando la meseta castellana de Andalucía. Durante siglos, se constituyó como paso natural entre ambas regiones, a través de un desfiladero labrado en la roca por el río que da nombre a este Parque. El alto valor paisajístico del Parque Natural Despeñaperros se debe en gran medida a la orografía constituida por enormes paredes de rocas verticales cubiertas de líquenes que se retuercen adquiriendo asombrosas formas geológicas, y entre ellas destaca el Monumento Natural Los Órganos de Despeñaperros.

Este bello paraje fue declarado en octubre de 2001 Monumento Natural por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, en reconocimiento a su interés geológico y a sus valores naturales e históricos, y con el objeto de proteger y conservar estas formaciones geológicas y su entorno.

Se encuentra dentro del término municipal de Santa Elena, ocupando una superficie de 848.029 m2. Se trata de un espacio singular constituido por un relieve formado a partir del paso del agua del río Despeñaperros, como un conjunto de estratos verticales de cuarcita armoricana, de varios cientos de metros de altura, en plena Sierra Morena. Por su aspecto, que se eleva como gigantescos tubos de órganos de iglesias, es conocido comúnmente por Los Órganos de Despeñaperros. Posee un alto interés geológico y geomorfológico y constituye el hábitat de numerosas especies de fauna y flora.

De la Prehistoria tiene como testimonios excepcionales un conjunto de pinturas rupestres, esquemáticas y seminaturalistas, destacando las localizadas en la Cueva de Vacas del Retamoso, en el entorno de Los Órganos, entre otras muchas repartidas por el término municipal de Santa Elena como las de la Cueva del Santo. Es ineludible destacar la riqueza en el ámbito de las pinturas rupestres con una marcada influencia del arte esquemático-levantino, en un periodo que abarca del Neolítico a la Edad del Hierro.

 El medio natural que conforma y rodea el monumento, está dominado por el encinar aunque también se puede encontrar otra gran variedad de especies como el peral silvestre (Pinus borgeana), el madroño (Arbutus unedo) o el enebro (Juniperus oxycedrus), así como quejigos (Quercus faginea), alcornoques (Quercus suber) y el roble melojo (Quercus pyrenaica), verdadera joya vegetal de este espacio protegido; todo ello acompañado de una amplia panoplia de especies de matorral como el lentisco (Pistacia lentiscus), la jara (Cistus sp.) o el mirto (Myrtus comunnis).

Junto a las frondosas, son importantes las repoblaciones de coníferas y numerosos ejemplos de endemismos vegetales, que llegan a superar la treintena, entre los que destacan el clavel silvestre (Dianthus crassipes) o la digital (Digitalis mariana). Son numerosos los líquenes, algunos de los cuales enriquecen cromáticamente con amarillos, anaranjados y ocres los innumerables farallones rocosos presentes en el espacio protegido.

Además de la rica vida vegetal, el monumento cuenta con destacados representantes de la fauna, donde las rapaces ostentas su sobresaliente presencia: el águila real (Aquila chrysaetos) o el búho real (Bubo bubo). Entre los mamíferos presentes en el Parque Natural Despeñaperros, que se pueden encontrar en el ámbito que comprende el monumento natural, se hallan especies como el zorro (Vulpes vulpes), el meloncilo (Herpestes ichneumon) o el gato montés (Felix silvestris).

Sobre la misma calzada conocida como El Empedraillo, construida por los romanos para unir las minas de galena de El Centenillo y Cástulo con la meseta, se construyó el Camino Real que unía Sevilla con Madrid en tiempos de Carlos III, quien mandó colonizar estas sierras para proteger el camino de los bandoleros que asaltaban a las caravanas, como el famoso José María “El Tempranillo”; existe una cueva en el cerro de Los Órganos en la que, según se cuenta, estuvo escondido este bandolero.

Los Monumentos Naturales son espacios o elementos de la naturaleza constituidos básicamente por formaciones de notoria singularidad, rareza o belleza, que merecen ser objeto de protección especial. Se pueden considerar también Monumentos Naturales, las formaciones geológicas, los yacimientos paleontológicos y demás elementos de la gea que reúnan un interés especial por la singularidad o importancia de sus valores científicos, culturales o paisajísticos.

La declaración de un espacio o elemento como Monumento Natural se hace por Decreto del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía.

Fecha de declaración: Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección. (BOJA núm. 60, de 27/07/1989).

Otras figuras de protección: Zona de Especial Protección para las Aves – ZEPA (2003).

 

En el extremo oriental de Sierra Morena, a pocos kilómetros del Parque Natural de Despeñaperros y sobre un sustrato de cuarcitas, areniscas y pizarras (en las que es frecuente encontrar fósiles), donde se desarrollan suelos pobres y ácidos, se localiza el Paraje Natural de la Cascada de la Cimbarra, a unos 2 Km. de Aldeaquemada, espacio protegido de 534 Has. caracterizado por su accidentado relieve. Se trata de un espectacular salto de agua de más de 40 m.  de altura que se produce como consecuencia de una falla transversal al cauce del río Guarrizas, que deja expuesta una pared vertical formada por unos estratos excepcionalmente resistentes a la erosión de cuarcita armoricana.

En la vertiente suroeste aparece encajado el río Guarrizas, creando fuertes pendientes; este encajamiento, producido como consecuencia de la erosión remontante favorecida por la presencia de fallas, da lugar a la aparición de algunos saltos de agua, siendo el más espectacular el denominado de la Cimbarra -en estos parajes, cimbarra es sinónimo de cascada-, siendo también muy conocidos los del Cimbarrillo, en el arroyo de Martín Pérez, y el de María Antonia, en el arroyo de la Cimbarrilla. Por el contrario, los declives más suaves aparecen en el lado sureste, al sur del Cerro de Piedras Blancas.

Siguiendo el curso del Guarrizas se encuentra la siguiente cascada, la de El Negrillo, cuya laguna tiene un tamaño superior a la de La Cimbarra pero con un salto de agua más pequeño. De igual modo destaca la Plaza de Armas, poblado neolítico situado frente a la Cascada de la Cimbarra que supone un punto estratégico para la observación de la caída de agua y que ofrece la posibilidad de divisar gran extensión de paisaje.

La vegetación se caracteriza por su enorme heterogeneidad, abundando los bosquetes mixtos de encinas (Quercus rotundifolia) y alcornoques (Quercus suber) con abundante matorral mediterráneo en el que son frecuentes los madroños (Arbutus unedo), los perales (Pirus bourgeana) o los labiérnagos (Phyllirea angustifolia), acompañados de jaras (Cistus sp.) y romeros (Rosmarinus officinalis). También existe una zona adehesada de encinas, situada al sur del espacio y que se conoce entre los lugareños como La Dehesa, y pinares de repoblación constituidos por dos especies de pino, el piñonero (Pinus pinea) y el negral (Pinus pinaster). Además de esta vegetación, en los ríos y arroyos de este espacio protegido se encuentran espléndidos ejemplos de bosques de ribera, que presentan un excelente estado de conservación, y en los que dominan los alisos (Alnus glutinosa) y fresnos (Fraxinus angustifolia) junto a adelfas (Neriun oleander) y zarzas (Rubus ulmifolius) en las zonas más abiertas y soleadas. Asimismo, en algunos barrancos con elevada humedad y suelos profundos aparecen bosquetes de almeces (Celtis australis) acompañados de pimpinelas (Pimpinella villosa) y aros (Arum italicum)

Es de destacar, igualmente, la rica flora rupícola que puebla las paredes y cornisas de los desfiladeros, colonizadas por helechos, como las doradillas (Ceterach officinarum) o el culantrillo (Adianthum capillus-veneris), y musgos.

La fauna es rica y variada; entre los predadores de tamaño medio abundan el zorro (Vulpes vulpes) y la gineta (Genetta genetta), así como la muy escasa y difícil de encontrar nutria (Lutra lutra). Numerosas rapaces nidifican en este paraje natural, destacando el águila perdicera (Hieratus fasciatus) y el búho real (Bubo bubo). La variedad de ecosistemas -bosques mediterráneos y de ribera, zonas adehesadas, paredones y cornisas, etc.- propician la presencia de una abundante avifauna entre la que destacan el avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), ruiseñores (Luscinia megarrynchos y Cettia cettia) y currucas capirotadas (Sylvia atricapilla).

Un aspecto a destacar en este paraje natural, y en otros enclaves del municipio de Aldeaquemada, es su valioso patrimonio cultural, constituido por una importante representación, más de 20 yacimientos con más de 40 grupos pintados, del arte rupestre esquemático y levantino. Presenta importantes manifestaciones de pinturas rupestres neolíticas, testimonio del valor estratégico de este territorio como paso obligado a través de Despeñaperros desde la meseta hacia Andalucía. Yacimientos como el de la Tabla de Pochico, en el Cerro de la Cimbarra, o los de Monuera, Desesperada, etc., han sido recientemente declarados por la UNESCO como «Patrimonio de la Humanidad», lo que ha venido a reconocer y resaltar la enorme importancia de las manifestaciones culturales de los antiguos pobladores de estas tierras.

La cuarcita armoricana presenta espectaculares ripples o rizaduras de oleaje a techo de los planos de estratificación, lo que nos desvela su origen marino y litoral. También próximas a ellas se pueden observar crucianas, pistas fósiles de organismos marinos que habitaron el sedimento arenoso original hace casi quinientos millones de años.

 

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