Porcuna

Sobre el municipio

Localizada en el límite con Córdoba, todo su territorio está labrado, correspondiendo la mayor parte del mismo a olivar, que la dota de una clara dependencia de la agricultura y de su industria transformadora. También destacan la carpintería, la industria del poliéster, la calderería, la cantería de piedra natural y la pirotecnia.

Actividades

¿Qué visitar?

  • El Arco y la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción
  • La Torre Nueva o de Boabdil
  • El Paseo de Jesús
  • La Casa de la Piedra
  • Parque Arqueológico del Cerrillo Blanco

Más información

Conoce más sobre Porcuna, su gastronomía y sus costumbres en la web oficial del municipio.

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Historia del municipio

Los vestigios más importantes en el Paleolítico han sido localizados en la Cueva del Enamorado, La Peña de la Grieta, La Fuencaliente y los Farallones del Sulfuro. Del Neolítico y el de las Edades de Cobre y Bronce, que por sus especiales características han sido bautizados como Cobre y Bronce de la Campiña, destacan distintos yacimientos entre los que se hallan los Alcores Albalate.

En los siglos VII y VI a. C. se formó la cultura ibérica en estas tierras y así, en el cerro de los Alcores aparece una nueva ordenación urbana de trazado geométrico. En el S. V a. C. hace aparición la tecnología del hierro, se generaliza el torno rápido del alfarero y aparece la cerámica, época en la que se forma la ciudad de Ipolca, capital de los túrdulos. De esta época es la necrópolis de Cerrillo Blanco.

La Obulco romana fue el origen de la actual Porcuna. En la Guerra Civil entre César y Pompeyo, Obulco tomó parte por el primero y, según Estrabón, aquí fue donde César preparó la decisiva batalla de Muda.

En época musulmana se llamó Balkuna y era capital de distrito (Inqlim). Conquistada por Fernando III, la cedió a la Orden de Calatrava, que la convirtió en uno de sus principales enclaves, dotándola de fuertes defensas, de las que subsisten torres y tramos, con un Alcázar y una torre del homenaje de planta ochavada.

En 1242 Alfonso X la cambió a los calatravos por Cabra y fue cedida al Concejo de Jaén como aldea. Volvió a la Orden de Calatrava en 1402 y en ella se mantuvo hasta el siglo XIX. Durante el XVI tuvo un gran auge con numerosas fundaciones de iglesias, conventos, pósitos y otras obras. En el XVIII se inició una efímera etapa de esplendor, truncada por la Guerra de la Independencia, siendo sede del Consejo de guerra presidido por el General Castaños previo a la Batalla de Bailén en 1808. En 1908 se le concedió por el Rey el título de ciudad.

Su término municipal se sitúa en una comarca de paisaje monótono aunque más accidentado que la vecina campiña cordobesa, siendo su relieve semillano y con multitud de lomas y colinas modeladas sobre terrenos blandos y margosos.

El paisaje olivarero típico de la campiña jiennense es el claro predominante en el término municipal, con ejemplares de todas las edades y enriquecido con olivos centenarios, principalmente correspondientes a la variedad picual, y en cuyo agrosistema también aparecen extensos herbazales con abundantes jaramagos, amapolas, nazarenos, malvas… No obstante, entre los extensos olivares aparecen reductos de matorral mediterráneo marcando límites entre propiedades, o cunetas y en los cerros rocosos no recomendables para el cultivo, con ejemplares de encina, aladierno, coscoja, jara blanca, hinojo, tomillo, lentisco o esparraguera, entre otras.

Entre sus lomas discurren por arroyos de considerable salinidad en torno a los que se identifican núcleos de vegetación de ribera acosados por la degradación, pero entre los que se identifican especies como el olmo, el álamo blanco, el taray, el carrizo, la zarzamora… Riegan el término el río Salado (afluente del Guadalquivir), que lo atraviesa de sur a norte, con otros arroyos de menor importancia que van a afluir al mismo como el Saladillo, el Carrasquilla y otros.

Al ser el olivar su principal ecosistema, es el que determina la mayor parte de su fauna, encontrando en sus viejos troncos refugio numerosas aves, mamíferos, anfibios y reptiles, tales como: el verdecillo, el verderón, la curruca capirotada, el petirrojo, el ruiseñor, el águila perdicera, la codorniz, la culebra bastarda, la culebra de herradura, el lagarto común, galápago, la liebre, el erizo, el meloncillo, la gineta, etc.

Entre sus emplazamientos naturales más importantes se encuentran la Fuente del Comendador, paraje de fácil acceso con un manantial de agua natural, y el Llano de la Alharilla, paraje con gran arboleda, ideal para pasar un día de campo en su merendero, donde se ubica la Ermita de la Virgen de la Alharilla . Así mismo existe un itinerario, la Ruta del Agua, que recorre las diversas fuentes públicas históricas que existen en los alrededores de la población y que eran de las que se abastecían los vecinos de Porcuna.

En su territorio también hay que destacar el Parque Arqueológico de Cerrillo Blanco, el yacimiento arqueológico ibérico más notable de la provincia, donde se encontraron restos de una necrópolis tartésica (S. VII a. C.) con 24 sepulturas individuales en fosa y una megalítica con dos individuos, y donde hacia el siglo V a. C. se enterró en zanjas cubiertas con grandes losas un conjunto escultórico ibérico que tanto por la cantidad de piezas (más de 1.500 fragmentos), como por su calidad artística, es el más importante de la escultura ibérica. Además existe una necrópolis ibérica superpuesta a la anterior de incineración (S. IV-II a. C.)

 

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